Una de las cosas que siempre recuerdo es "hay que ser respetuoso de las especialidades", pero realmente Pappo justifica que yo hable como lo quiero hacer hoy.
Cuando Pedro Pujó y yo preparábamos el lanzamiento de Manal en el Nuevo Teatro asistía a los ensayos Pappo, el ex-guitarrista de los Abuelos de la Nada.
En los descansos, cuando arrancaba con su guitarra las paredes se caían. Luego fue Mar del Plata; durante 15 días Manal fue un cuarteto. Alejandro, Javier y Claudio y él, ya un monstruo de la improvisación que nos hacía vibrar. Entonces empezó nuestra persecución para que Pappo fuera Pappo.
Conexión N° 5 y Los Gatos fueron excusas. O quizás yo las viví como excusas o pérdidas de tiempo que hacían difícil nuestra relación.
Las veces que Pedro y yo masticábamos trampas o le tirábamos señuelos para que Pappo abandonara toda otra cosa que no fuera su música y se zambullera en su propio delirio.
Finalmente, ese día llegó. Pappo apareció con más paz y locura que nunca y dijo: "Sí ahora sí". No hizo falta más. A partir de ahí todo fue muy rápido: con Davies, un excelente violero se convirtió en sólido bajista y con Black, el batero de tantas zapadas recordables nació Pappo's Blues. De los ensayos a la sala de grabación fue un paso. La exhuberancia, la fabulosa capacidad para la improvización de Pappo y su guitarra, una base rítmica fuerte y rica fueron haciendo de ellos un trío que maravillaba a cuantos asistían -técnicos incluídos- a esa increíble serie de sesiones.
Yo se que se me están escapando muchos adjetivos, y que Pedro, (en Nueva York) y Pappo (en España) seguramente me lo reprocharán. No importa. Me acuerdo del día en que Barry, dueño del sello Trend de Londres, y productor de The Foundations y muchos otros conjuntos de éxito, escuchó a Pappo y dijo "Luego de Eric Clapton y Jimi Hendrix no escuché un guitarrista que me impactara tanto".
Ese elogio y el que los músicos ingleses que nos visitaron para la exposición se lo quisieron llevar de todas formas, y pidieron tocar con él en zapadas interminables justifican mis adjetivos más aún, los comprenden y confirman.
Las palabras sólo sirven en este caso para explicarles lo que yo siento gracias a Pappo, los momentos maravillosos que me ha permitido, los vuelos que hicimos juntos por ese enjambre de sonidos y sensaciones que sus dedos y su cabeza producen. Cuando de repente soy intelectual a pesar mío, escucho sus letras y me maravilla la lucidez de su mensaje; de repente me olvido hasta de nuestros subdesarrollos. Realmente Pappo logra eso en mí y se que a partir de este L.P. seremos muchos, con todos los matices, los que opinaremos de la misma forma.
Ser convencional es un riesgo que generalmente se evita; decir Gracias Pappo, es ser absolutamente convencional, pero, ¿hay alguna palabra menos usada que signifique tanto y que sea tan precisa? Creo que no. Por lo tanto Gracias Pappo de nuevo; y Gracias Davies y Black y Gracias Billy Bond y Ricardo Kleinman. Sin ustedes hubiera sido todo más difícil.
Y un Gracias tan grandote como permitan mis sentidos a Pedro Santiago Pujó, creador de Mandioca, recitales, Manal, Vox Dei, y todo lo que fue lindo en un momento.
JORGE ÁLVAREZ