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                 Pappo  
Norberto "Pappo" Napolitano nació en 
  Buenos Aires el 10 de marzo de 1950. A los 19 años ya había tocado con Los Gatos, 
  Manal y Los Abuelos de la Nada. A los 20, lideraba Pappo's Blues. Hoy es una 
  especie de mito. Y vivo. 
¿Todo tiempo pasado fue mejor? 
No, nunca mejor que ahora. 
¿Por qué? 
Yo siempre dije que tendría que haber nacido 
  en Estados Unidos, porque la clase de música que yo hacía en el '69 con Pappo's 
  Blues era para otro país. Adaptarlo fue un sacrificio bastante denso, porque 
  era música que no exsistía en la Argentina. Si me hubiera gustado otro tipo 
  de música, como el tango, el jazz o el folklore, que era lo que se escuchaba 
  acá, mi carrera hubiera surgido más rápido. Eso pensaba al principio, pero después 
  de que salió el disco me di cuenta de que yo había revolucionado el mercado 
  con "Pappo's Blues I" 
¿En esa época quiénes hacían blues? ¿Vos y Manal? 
Yo trabajé con Manal. Tocaba el piano y cantaba 
  algunos temas, pero después decidí hacer la mía. ¡Bah! En realidad yo era un 
  invitado de Manal porque Javier (Martínez) era muy amigo mío. Después me encontré 
  con Black Amaya, con David Lebón, hicimos el trio, grabé el disco y empezó a 
  ir bien la cosa. 
¿Alguno de ustedes tenía una remota conciencia de lo que estaban 
  empezando? 
No, ni idea. Era una cuestión física y espiritual. 
  A mi me gustaban mucho los Rolling Stones, Chuck Berry, The Animals. Y tuve 
  la suerte de tener un amigo que viajó a Estados Unidos a comprar equipos para 
  Los Gatos y trajo discos de Taj Mahal, Albert King..., yo empecé a escuchar 
  esa clase de música, que no era exactamente los Stones o Chuck Berry. Ya era 
  un blues más viejo, más elemental. Nosotros no hacíamos esto con fines de lucro, 
  porque esa música no era conocida en la Argentina. Pero la cosa empezó a andar 
  muy bien y luego grabé Pappo's Blues 2, 3, 4, 5, 6. 
¿De qué pensabas ganarte la vida? 
No; yo a los 19 años ya tocaba en Los Gatos, 
  ya ganaba plata, ya era un músico profesional. No con la experiencia que tengo 
  ahora, por supuesto. Yo jamás hubiera imaginado que podría estar en la situación 
  que estoy ahora. Me acuerdo que tomaba el famoso 99, que nos llevaba a tocar 
  a La Cueva de Pueyrredón y nos pagaban mil pesos por noche, que me alcanzaban 
  para tomarme el colectivo y comprarme una docena de churros cuando salía. Yo 
  aparte trabajaba en el taller de mi papá, y a la noche me iba a tocar. Y ahora 
  veo que hay un montón de gente que se crió escuchando mi música. 
 -(Interrumpe Juanse, de Los Ratones Paranoicos, casualmente 
  presente durante la entrevista) Yo me crié escuchándolo a él. Lo primero que 
  escuché en castellano que entendí y me gustó fue Pappo's Blues. Ese disco era 
  nuestra Biblia. 
 -Vos tocaste con Los Gatos, con Manal, con Los Abuelos, con 
  Conexión Nº 5... ¿Por qué te invitaban? ¿Les caías simpático? 
 -Me invitaban porque para esa época había revolucionado 
  a la Argentina con mi manera de tocar. No había muchos guitarristas. Estábamos 
  yo, Claudio Gabis (de Manal) y no muchos más. Entonces tenía una especie de 
  amistad con Claudio: yo aprendía cosas de él y al revés, intercambiábamos cosas... 
  (piensa un rato y cambia de tema) Yo nunca salgo a lugares que no tengan nada 
  que ver con la música. Estoy muy compenetrado con la música. Sí tuve hobbies, 
  como los fierros, las motos... 
 -Las mujeres... 
 -... Mujeres... no tengo problemas porque hay 
  una que me gusta mucho y ya palmé ahí. 
 -Y además sabés que esto va a salir publicado. 
 -No, es verdad. Y bueno, mi gran amor, ahora, 
  a los 43 años, son las guitarras. Quiero comprarme todas las que hay... (vuelve 
  al tema anterior) En la vieja etapa nosotros éramos los más representativos, 
  con Manal, Los Gatos, Almendra y después Pappo's Blues. Era una cosa nueva que 
  surgía en Argentina y que ahora tiene tres generaciones. Es por eso que en los 
  recitales veo fans de Pappo's Blues con los hijos. Y tengo amigos que me dicen: 
  "mis hijos me robaron tus discos, dame otro". 
-¿Qué hiciste para ser hoy una especie de leyenda? ¿Cómo fuiste 
  cambiando? 
 -Estoy más profesional, tengo la conciencia 
  de que soy músico, antes no me daba cuenta. Esta es una profesión y hay que 
  cumplir sus requisitos. Hay muchas cosas a las que antes yo no les daba importancia. 
  También tiene que ver con todo lo de alrededor. Ahora lo cuidan al músico y 
  antes no. Antes la plata se la llevaba el empresario y el músico se quedaba 
  con las sobras, ahora no. Tiene que ver con la creencia de cada músico. En mi 
  caso se valora lo fiel que me mantuve a mi propio estilo. Hubo muchos cambios 
  en el mercado, como cuando salió el jazz rock. Todo el mundo se puso a tocar 
  eso y yo me fui del país. Y hoy sigo tocando lo mismo. Yo creo en lo que hago 
  y eso se nota en el escenario.  
-¿Cómo te trata el show business? 
 -En el mundo del espectáculo todos suben y bajan. 
  Subí con Pappo's Blues en el '69, bajé, subí con Riff en el '80 y bajé, y ahora 
  subí de nuevo. Pero dicen que la tercera es la vencida. Creo que esta etapa 
  es la mejor, porque estoy entrando en un campo que no me esperaba, el internacional. 
  Es algo muy fuerte que ando buscando desde que empecé a tocar. Tocar con B.B. 
  King, con Albert Collins, en el Festival de Blues de Long Beach, en el Madison... 
  Antes era lo mismo pero acá. Mi ilusión era tocar en Obras. Y llegó el día y 
  me puse tan contento como estoy ahora. Mi ilusión era ganar un Disco de Oro, 
  y bueno, me lo gané a los 43 años... Toqué en fiestas para amigos, para veinte 
  personas, para diez mil, pero lo fundamental es tocar. 
-¿Sos capaz de explicar qué sentís al tocar? 
 -No te lo puedo explicar. Siento un orgullo 
  por la música... que la música me adoptó. Porque está en el aire. La música 
  es el único camino para salvar el mundo. 
 -¿Cómo te llevas con la evolución tecnológica? 
 -Hay muchos aparatos: distorsionadores, delays, 
  racks... El progreso existe técnicamente. Pero hoy me doy cuenta de que el cable, 
  el amplificador y la guitarra me bastan. 
 -¿Pensás en algo cuando componés? 
 -Voy viendo. A veces las letras salen solas. 
  Y otras veces las hago trabajando, me quedo tres noches sin dormir hasta que 
  la letra diga algo. Y a veces una letra simple dice mucho más que una letra 
  complicada. Y he hecho letras bastante largas, otras bastante cortas. No sé, 
  "El blues de Santa Fe" es como una película, pero no dice tanto. Y hay canciones 
  que tienen que ver con la vida misma, como "Me estoy viniendo viejo". 
 -¿ Y te estás poniendo viejo ? 
 -Yo no, yo estoy fenómeno. Yo nací músico, toda 
  mi vida me dediqué a esto y, pese a los altibajos, todavía estoy en la ruta. 
  No pienso parar de tocar. 
 LA HISTORIA DE RIFF 
 -Riff fue una etapa muy importante de mi carrera 
  y de mi vida. La viví como todo lo que hago: cuando la cosa deja de tener magia 
  ya no es compatible con mi personalidad. A mí me gusta que arriba del escenario 
  haya un pequeño vuelo, una magia, y todo lo que hago va en ese sentido. 
-En esa etapa la prensa los acusó muchas veces de violentos. 
 -No éramos violentos. Siempre dije que era entusiasmo 
  del público. Es simple: en un lugar donde entran mil personas, y se llena, y 
  entran 1.500, algo se tiene que romper. Era todo un poco confuso, no sabíamos 
  manejarlo desde el escenario y el público no sabía cómo comportarse, si romper 
  cosas estaba bien o mal. Ahora se sabe, se va a ver música y nada más, se va 
  a gozar del espectáculo. 
 "MI VIEJA" 
 -¿Cómo es tu madre realmente? 
 -Mi vieja es una persona normal... Como cualquiera, 
  como la tuya.  
-Tengo que reconocer que mi vieja se hubiera espantado un POCO 
  de que su hijo se dedicara a la música, usara ropas de cuero, pelos muy largos 
  y esas cosas... 
             -Bueno, mi mamá siempre me decía 
              algo: "Vestite mejor", "Cortate el pelo"... Pero al final se cansó, 
              no me dio más bolilla, se resignó. Ahora está muy contenta con que 
              me vaya bien. 
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