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                 "NO DETIENE SU MOTOR"  
            EL HOMBRE TUERCA ARGENTINO SE CRIO 
              EN EL TALLER "NAPOLITANO HERMANOS" Y DEBUTO EN UN AUTO 
              CON SU PRIMERA ESPOSA. 
            ¿Pueden imaginarlo a Pappo entre juguetes? 
              El taller familiar "Napolitano Hermanos" fue desde siempre 
              su hábitat natural, y los caños de escape, las bujías 
              y demás artefactos, sus primeros chiches. "Mi 
              viejo tenía un taller donde hacía toda clase de reformas 
              para autos. Vos venías con los planos y tu auto, te ibas 
              a tu casa y cuando volvías te encontrabas con otro auto." 
              Si bien era un taller industrial, el bluesman cuenta que los fines 
              de semana se armaban otras máquinas: autos para correr, autos 
              midget y la coupé Chevrolet 71. Esa que compró "toda 
              podrida" en un gallinero de Rosario mientra giraba con 
              Riff. Esa que después fue el reducido escenario de su primera 
              vez con su primera mujer. Esa misma que con el paso de los años 
              se fue convirtiendo en "el auto de mi vida". 
              No por nada, Pappo lleva en el brazo un tatuaje con el logo de la 
              marca y frecuenta los encuentros del "club de la Chevy". 
               
              A poco de fundar Riff, Pappo llegó a las pistas: "Mi 
              primer auto de carrera lo compré en el 80, era un TC bonaerense 
              con motor Torino, carrocería Ford 40. El segundo fue una 
              Datsun 280, el tercero una Nissan y el cuarto una coupé Chevrolet 
              de TC 4000". Pappo aceleró a fondo en las categorías 
              de Supercart, TC Pista y GTA, donde hizo su único podio: 
              llegó a un tercer puesto en La Pampa. "Pero 
              yo nunca fui a correr para ganar ni para perder. Yo voy para dar 
              vueltas porque me gusta andar rápido en un lugar donde todos 
              andan rápido", apunta. 
               
              Detrás de sus oscuras gafas de sol, y a pesar de su tono 
              monótono, se adivina que guiña el ojo: es que ahora 
              está armando un BMW 325 i de la Clase Súper para correr 
              en Turismo Internacional. "A mí 
              me gusta mucho el deporte del automovilismo. Requiere de mucha precisión 
              en el frenaje, en la curva con los amortiguadores, en la puesta 
              a punto del auto, en la tensión de los resortes y en cómo 
              estar uno bien preparado físicamente." 
               
              Pero atención: Pappo por la calle no arremete. Apenas 
              si se mueve en un Chevrolet Astra Turbo Diesel. "Y 
              sí, ando con cualquier cosa que me transporte. Yo la tengo 
              muy clara con los autos y se lo que quiero. ¿Para qué 
              un deportivo de calle, si no llega ni al 15% al de carrera?". 
              Además del Astra, el BMW 325 y la Chevy de toda la vida, 
              el Carpo tiene otra Chevy de carrera, una moto Harley Davidson 1200 
              y un micro Scania 112. Pero él insiste: sólo en las 
              pistas siente algo especial. "Lo mismo 
              que cuando toco la guitarra, lo mismo que cuando te echás 
              un buen polvo", dice y su risa retumba en la fosa del 
              taller. 
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                | Revista "Rolling Stone" | 
               
               
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                | Mayo de 2004 | 
               
               
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